lunes, 9 de diciembre de 2013

PENSAMIENTO PEDAGÓGICO DE LOS SIGLOS XVI XVII

REPRESENTANTES:

JUAN LUIS VIVES


Juan Luis Vives, vástago de una familia, que había ya aportado literatos y eruditos a la España renacentista, tuvo como progenitores a Luis Vives y Blanca March. Su nacimiento, el 6 de marzo de 1492, llenó de gozo cumplido el hogar, sobradamente desahogado, de los Vives. Blanca March, madre de Vives, pertenecía a una más ilustre ascendencia que su marido y de mayor raigambre valenciana. Esta prosapia asoma ya en la misma conquista de Valencia por Jaime I, en la persona de Jaime March de Gandía.

Vives inició su educación, a nivel universitario, en su misma ciudad natal, pocos años después de fundado el Estudio General de la Universidad de Valencia, en 1502. Vives asiste al Estudio General de Valencia, de 1507 a 1509. Su madre había muerto en 1508. Algunos meses después de la muerte de su madre, es enviado a París a continuar sus estudios universitarios en la Sorbona, universidad de renombre universal.

En 1509 arribó a París, dispuesto a completar allí sus estudios universitarios. Por entonces el Estudio General de la Sorbona era el foco de atracción de todos los estudiantes de Europa. Sus maestros eran los de mayor reputación del mundo. Junto con Bolonia, Oxford y Salamanca, París constituía el centro de mayor atracción intelectual de Europa.

Por este tiempo, escribió Vives algunos opúsculos, como el Jesu Christi Triumphus, en 1514. Es la primera obra de Vives, y como tal adolece de una cierta exuberancia verbal, que el autor irá cercenando y moderando en sucesivas publicaciones. Es interesante este momento de la vida de Vives.

Los últimos años de la vida de Vives, en Breda y en Brujas, estuvieron impregnados de una profunda amargura. Por una parte, el desenlace dramático de personas que le habían sido muy gratas; por otra, sus enfermedades cada vez mayores en número y más agudas con el deterioro que iban causando a su salud, quebrantada ya de tiempo atrás.

Efectivamente. En mayo de 1534, Vives anuncia a Erasmo en una de sus cartas el encarcelamiento de Moro y Fisher, en Inglaterra, y el de Vergara y Tovar, en España. En enero de 1536, Catalina, reina y consorte de Enrique VIII, muere desterrada y en la miseria. En mayo del mismo año, Ana Bolena es decapitada, a impulsos de un arrebato de ira del impetuoso rey. En julio de 1536, muere Erasmo en Basilea.

Con respecto a su persona, Vives se queja amargamente de su mal de gota,le hace sufrir lo indecible. Comienza a sentir la ilusión de la muerte, para verse libre de las ataduras de la carne y de los tormentos a que está sujeta la vida. Tiene sólo 48 años, y se dispone a dejar el destierro y salir gozoso hacia la verdadera patria. Completada su carrera terrestre en pocos años, con su vida fecunda en ejemplos de virtud y fidelidad, con sus múltiples obras escritas, variadas en su temática, ricas en doctrina, cargadas de valores imperecederos, se prepara para recibir el premio de sus buenas obras y estimular a sus admiradores y amigos a que le sigan por el único camino por donde han ido los pocos y verdaderos sabios que por el mundo han pasado.




FRANCISCO RABELAIS


Fue uno de los precursores del humanismo.

Su obra fue literaria y, no pedagógica. Su pensamiento influyó en el pensamiento de Montaigne, Locke y Rosseau.

El merito pedagógico reside en haber roto lanzas contra la educación formalista y libresca, y en vislumbrar con viva agudeza un tipo de educación real y práctico.

La obra más importante de Rabelais: Gargantúa y Pantargruel es una novela pedagógica llena de ironías en la que plasma sus ideas de educación.

Relata la educación que el personaje Gargantúa recibía, fruto de la preocupación de su padre. Gargantúa trabaja durante veinte años, aprendiendo muchos libros, que incluso los puede recitar de memoria; pero no adelanta nada.
El padre escogió a un nuevo preceptor una persona más ágil y realista, (el cual es Rabelais encarnado en este personaje). Empieza a aplicarle su propio método de enseñanza por medio del juego.

El nuevo preceptor refleja el sentido de la educación para Rabelais y para su época. Para ello, decide no perjudicar a su alumno haciéndole cambiar sus hábitos tan repentinamente. Poco a poco, lo acostumbró a vivir en sociedad y a interesarse por el medio que lo rodeaba, llevándolo de viaje para ilustrarlo. Esta manera de enseñar hace que su alumno no sienta al estudio como una obligación desagradable y que no se aburra con una enseñanza unilateral, sino que las hace más variadas introduciéndole en medio de las clases teóricas educación física, para endurecerle el cuerpo, obligándole a saltar, trepar, nadar, disparar la honda y la flecha, esgrima, equitación y gimnástica completa.

Planea sus clases para que el joven aprenda los conocimientos fundamentales, como el conocimiento de las ciencias naturales (por la observación), Botánica (en las flores del campo), Astronomía (en los astros), Higiene en los alimentos, Matemática, por medio del juego de naipes y fichas, los cuales también le servía para dominar la Aritmética y la Geometría y otras cosas más siempre de manera sensitiva. Así pudo dominar los números. También le enseña la Moral, lectura, dibujo, griego, latín, las artes liberales, los textos clásicos, etc.

A veces, las circunstancias no eran las apropiadas para dar clases, por eso buscaba siempre la manera de poder educarlo hasta en las circunstancias más difíciles y también pretendía abarcar todos los aspectos que pudieran servir para que Gargantúa se educara completamente.

Éste es un reflejo del pensamiento humanista que poseía Rabelais: él quería una educación realista, aprendida en la vida y con utilidad para ésta, pero al mismo tiempo es exagerada porque excede los límites del conocimiento humano y menciona la necesidad de conocerlo todo, muy característico de la época renacentista, porque la gente de esta época poseía una inquietud desbordante y una curiosidad ilimitada.

Rabelais ofrece el ideal educativo de la época que era: 
• el rechazo al conocimiento formal y dogmático,
• Rechazo a la autoridad para estimular el juicio personal y la inquietud por el conocimiento de la realidad en todas las expresiones posibles.

Según él, la clave de la educación era: “Haz lo que quieras” y su principio fundamental era que la Ciencia sin conciencia, no era más que la ruina del alma.


MIGUEL DE MONTAIGNE

Miguel Eyquem, señor de Montaigne, nació en el castillo de Montaigne (en el Perigord, Francia). Su familia materna fue de ascendencia judía portuguesa. Recibe de su padre una educación humanista y liberal, quien lo envía a vivir con unos campesinos de su aldea para que conociera la pobreza.
Durante sus primeros ocho años de vida, su padre le contrata un maestro alemán que no hablaba francés, únicamente latín como lengua materna, luego le enseñó el griego y por último el francés para poder estudiar leyes en la Universidad de Burdeos.

Montaigne muestra aversión por los conflictos entre protestantes y católicos, es profundamente humanista. En su faceta educativa, propone la entrada al saber por medio del ejemplo concreto y de las experiencias, más que del conocimiento abstracto. Se rehúsa a ser él mismo un maestro de pensamiento, ya que afirma en su filosofía que hay que basarse en buscar una identidad. Este personaje se inclina por la educación individual sobre la escolar colectiva; y confía a un solo preceptor la tarea educativa.
Opinaba que conviene que lo que acaba de aprender el niño lo explique de diversas maneras y que lo acomode a otros tantos casos para comprobar si aprendió bien la enseñanza, hasta asimilarlo.
También explica que la educación debe ser con una “una dulzura severa”, es decir, no hay que dar castigos para que el niño no les tema, más bien hay que fatigarlos y educarlos al frío. “Alejar de él toda blandura en el vestir, en el dormir, en el comer y en el beber y que no se convierta en un muchachito hermoso y afeminado, sino en un mozo lozano y vigoroso”.


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